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9.01.08 - Desierto [Dream Diary - Paper Flowers]

Dream Diary - Paper Flowers


Caí a la libertad desde las nubes. Lo recuerdo muy bien porque el descenso en sí contenía un optimismo de estos tan intensos que se bastan para contener el rozamiento del aire y los ruidos que ensordecen la alegría. Así que sin tristezas aterricé en un desierto y de oasis en oasis creí convertir la arena en los verdes montes de los que vengo. Y con el tiempo se agotaron las regaderas, las mangueras, la danza de la lluvia y el voodoo sobre Paco Montesdeoca. Con el tiempo aprendí como progresar en el arte del no-pensamiento y acabé convirtiéndome en un gran egoprofesional. De mi yo saqué un Yo que yo podía hacer mi propio yo sin degenerarme a mi mismo. A este proceso algunos le llaman madurar, pero para mi fue solo otra forma de volver a ignorar la gran mayoría de las convicciones sociales. Aunque en la cultura y en la inteligencia radicaban las diferencias respecto a otras épocas pasadas. Así, ahora, aprendí a reposar en la sombra de las dunas en vez de intentar plantar palmeras en la tierra muerta. La ventaja de alimentarse de la orina propia en vez del agua imaginaria es que uno acaba sobreviviendo.

Esta metáfora la he contado muchas veces; y creo, o siento, que cada vez es mas lírica que la anterior; así que aquí va una más. El otro día vi caminar a una chica calva cual Bruce Willis, seguramente debido a la quimioterapia de algún cáncer, y junto a ella la agarraba y acompañaba un señor de esfera craneal también perfectamente despejada pero con la particularidad de que se notaba que la obra era de un cortacésped al cero. Tal vez era casualidad, pero yo ya lo leí como una de las mejores muestras de amor que he visto en los últimos años. Luego, hoy, me quedé mirando a una pareja que desaparecía en la noche montada en moto y el acompañante, tal vez simplemente sujetándose como debe de ser, le pasaba al conductor los muslos por encima de los suyos, mostrando un Primer Premio Nacional de Arquitectura en ese dibujo. Era una pierna muy bella. De esas que dan ganas de abrazar y levantar como si se soltase el tapón del desagüe de todas las penas y las lujurias contenidas. Y a mi manera la emoción que se me quedó impregnada en mi cabeza era la misma. Lo importante del acto hermoso es la satisfacción que uno mismo sienta. Y si se comparte la sensibilidad y la voluptuosidad pues bien, y si no pues nada.