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Mostrando entradas de julio, 2020

11.07.05 - No sé si Emil Cioran sería mi colega [Somos la herencia - Un nuevo idioma]


Vi tu rostro en cera, con las penas derritiéndose, pero con la huella de la impunidad en las cuencas de tus ojos. Me manché las manos para sujetarte las mejillas y sentí que tenemos el mismo murmullo bajo el tórax. Un bosque de espuma que llena el hueco de las ausencias.


A la hora de no ser, somos excelsos. Cubrimos las carencias de nuestras vidas con los excesos del vocabulario. Y bebemos nuevos problemas al ritmo de los azotes sobre nuestros sueños. Yo anhelo poder esputar mi espuma por la comisura de los labios, pero seguramente ni tan siquiera juegas a lo mismo. No consigo dejar de intentar descifrarte.


Estamos condenados a las palabras. Vivimos privados de la emoción. Y la culpa no es un Dios que juegue a ser cruel. Porque la crueldad se inventó después del fuego. La culpa emergió cuando ya habían muertos millones de inocentes. Las respuestas llegan en vano. En un intento desesperado por darle sentido a esto. Y esto, esto es todo.


11.07.04 - Mira, todo esto ya lo he escrito antes, pero aún así lo voy a escribir otra vez [Conor Oberst - No one changes]


Añoro cuando los sentimientos eran una fuente de ilusión y no de problemas. Qué lejos quedan esos momentos, ¿verdad? "El amor y la amistad vencerán todos los males". Me sentía aventajado por entender esas enseñanzas de manera innata. Aventajado, sí, pero hacia la catástrofe.

El mundo me sigue pareciendo un lugar tremendamente sencillo en la teoría. En la práctica, es ese coche con el que te estrellas porque no ha puesto el intermitente. Cuando todo tiene sentido, toca salir a la calle para perderlo. Yo solo no puedo, estoy demasiado cómodo meditando el techo y desenfocando la mirada. 

Los sentimientos siguen siendo el motor de la creación; aunque sea de la creación de la tristeza. Se siente tan bien saberse tan miserable. Se siente aún mejor, saber que se podría estar peor. La cúspide de nuestros momentos es cantar Minusvalía, de Astrud. Pero ahora también sabemos cantar con Bright Eyes o Conor Oberst. Qué bello es estar amargamente vivo.