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10.01.01 - El gradiente de la ingenuidad [Dorian - Justicia Universal]


Cuando Víctor Nombreficticio soltó la palanca de acero sintió todo el asco que uno puede sentir sin quemarse la garganta al vomitar ácido. Se observó en tercera persona y comprendió el monstruo en el que se estaba convirtiendo. ¿Cómo había podido llegar a esa situación un hombre tan racional y diplomático? Un burócrata, como mucho, ordena la masacre del enemigo pero no lo despedaza con sus propias manos.

Todo había empezado con un pequeño sesgo. Algo insignificante. "No es para tanto", decía. Y así el sesgo fue deformando los datos poco a poco. El sesgo creó una tendencia y la tendencia se convirtió en injusticia. De pronto, el Señor Neutral se encontró llevando a cabo políticas destructoras por el bien de una de las mayorías mas minoritarias que pueden concebirse: la de él y su partido.

Cuando la situación se hizo insostenible, el pueblo se convirtió en el enemigo y las guerrillas urbanas asaltaron su oficina. Víctor Nombreficticio pensó que a donde esa iba gente, que qué derecho tenían, que a él no le iban a descolocar los papeles, y que si los guardias de seguridad se habían unido al enemigo era su derecho y su deber el proteger el trabajo de estos últimos años. Así fue como, tras refugiarse en el baño, salió a confrontar a una multitud enfurecida con una palanca de acero.

Víctor nunca pensó que él fuese La Ley o parte del Poder Ejecutivo. Simplemente lo hacía por su bien. Por el bien del pueblo. Porque él siempre había trabajo por mejorar la vida de los demás. Y si los demás ahora no lo entendían era porque su visión estaba obstruida por alguna falacia política. "Algo han tenido que hacer mal ellos", pensó, "porque yo siempre he seguido el libro y el protocolo". Pero cuando se dió cuenta de lo que estaba haciendo en realidad, La Realidad hizo click en su cerebro y éste llenó de sudor, temblor y ansiedad sus manos hasta que la placa se resbaló hasta el suelo. El asco le hizo un harakiri interno a sus intestinos. Merecería morir.

El Señor Nombreficticio podría haberse calmado y haber utilizado su conocimiento para revertir la situación. Para buscar y encontrar ese sesgo que lo desencadenó todo. En lugar de eso, vomitó su existencia y dejó que la muchedumbre se ensañase con su cuerpo. Justicia poética. Justicia universal. El gradiente que va desde la ingenuidad hasta la negligencia.

Esto nos podría pasar a cualquiera. Lo resiliente es detectarlo a tiempo y no morir en vano. La historia de Víctor Nombreficticio debe de servir de aviso para intentar no ser tan patéticos 🥑. Claro que si la vida es un flujo constante de vergüenza, ¿por qué no morir en la cúspide de la ignominia? Así visto, Víctor no murió en vano si no que lo hizo como un héroe y como un poeta. Vaya performance. Mis dieses. Si no te gusta este final vuelve al emoji del aguacate, desrecorre lo leído, y espabila.