Dame una razón. Una que sea buena. Dame una razón para salvarte de la quema.
Dame una razón que merezca algún respeto, Dos minutos más y estás fuera. Y estás fuera.
Cuéntame por qué merece la pena. Comienza a repasar tu vida entera.
No puedes escapar de esta condena. Dos minutos más y estás fuera. Y estás fuera.
Dos minutos más (y estás fuera).
Qué maravillosas aquellas infantiles aventuras de amor y sacrificio: Pájaro conoce a mano que da de comer y salen ciento volando.
Yo recuerdo que de niño corría con el culo al aire empuñando una espada de cartón, un escudo de hojalata y un casco de papel. Y así pasa lo que pasa. Que llueve, cuando el sol el reflejo te ciega y te acaban dando por culo. Es tan obvio que no tiene gracia.
Qué atroz paradoja llena de humor negro. Luego uno se pasa la vida como un niño y fingiendo saber fingir.
Esta vez no voy a mentirte con lo mismo. Haga lo que haga me pongo en obvio y resulta demasiado evidencia. Sé que me repito, pero te lo digo con dislexia a ver si así te suena a novedad.
Oh, tender, once you see their faces Oh, they're just like us Tending their wants Standing in their places Oh, their ego is crushed
The only way out Is to destroy all traces Oh, destroy yourself There's no way back There's complete devastation Oh, there's no way out There's no way out How can you destroy your ego? Would you believe it? There's no way out How can I kill your ego? Would you still believe it?
Oh, the red one's come Don't shadow changes Oh, the sparrow looks up Red spots on the sun Is there evil in nature? Oh, the eagles spread claws An invisible cloud Makes invisible changes Oh, an ant takes the crown A man holds a gun There's no explanation Oh, he shoots at the sun.
Soy autocontradictorio. A ver cómo me lo tengo que llevar y a ver quién va a querer llevárselo de oferta. Soy una ganga, y lo barato sale caro.
No soporto todo porque no aguanto nada y me gusta negar el negativo. Lo que hace un momento era la panacea ahora se queda en paracetamol. Qué mediocre es eso que te hace tan especial. Qué trascendente es todo lo que hay en ti. Un todo nunca puede ser trascendental. Me he vuelto a (a)negar. So abyecto.
Cada día estoy más orgulloso de desconocerme y me aterra saber por dónde van a salir las culatas. Eso es porque me gusta que los tiempos cambien. No soporto seguir igual que siempre.
Primero todo es pop. Luego toda muestra de afecto es reduccionistamente cursi. Nada es trascendente, nada es casual, nada es sincero y nada durará. Luego sólo quiero que me escuches y soportes la verdad venir. Claro, al final pondréis cara de pena y pensáis "¿Cómo puede alguien soportarte?" y no lo puedo contradecir.
¿En qué quedamos? ¿Estamos solos por resignación o por propia voluntad?
Yo hecha trizas, colgada en el tendal Y a ver si este calor me quita la humedad
Que por hoy ya estuvo bien...
Las debacles se acumulaban una tras otra pro cada día que había en la semana. Esperaba la llegada del fin de semana empapado en escepticismo: Iba a ir a un concierto en el que a nadie me iba a encontrar. Ya sabéis, las vacaciones atacan sólo para fastidiar. Tanto tiempo anhelándolas y luego sólo sirven para vaciar.
Creo que me siento viejo, no por irme cansando según pasa los días, si no por repetir esos mismos pensamientos cada semana. Supongo que por eso quería ir al concierto del Sábado, para desquitarme de mi. Bueno, supongo que eso es lo que quiere todo el mundo.
Las ocasiones así se cuentan con cuentagotas. ¡Un grupo Elefant! Ese concierto no podía perdérmelo. Ese fin de semana me iba a devorar y creo que ese concierto es lo único que me podía salvar. Yo no quería ni pensar en perdérmelo, las canciones de Serpentina iban a ser todas para mi.
Temía deprimirme como siempre que voy sólo a un concierto. Para acabar con la historia de nunca acabar, tenía que atropellar a mi timidez y acabé pisando a una Erasmus con mi cuatro por cuatro. Fue un desastre. Creo que la maté con mi entusiasmo pop: Ella solo estaba allí por aburrimiento. Por lo menos me queda el consuelo de que me dió igual haber hecho el ridículo durante los pequeños fragmentos de conversación cuando ella se fue sin decir adiós.
No me jugaba nada estando allí. En el mejor de los casos ¡estaría viviendo uno de los mejores de los casos! y en cualquier otro caso por lo menos me sentiría bien conmigo mismo. Al menos si podía engañar a la soledad de camino a casa una vez más. Para tratar mi ansiedad con una falsa neutralidad, me lancé a atosigar a una Erasmus que andaba perdido sin otro plan para un sábado por la noche. Las cosas no fueron peor, se conformaron con ir mal. Se fue y no se despidió, pero la verdad, tampoco me importó.
Tenía que ser mi noche, porque las oportunidades están para que no se rían de ti. Avisté a la primera persona que vi que iba sola (Una Erasmus de a saber dónde) y traté de comentar al primer grupo: La Familia del Árbol. La pobre estaba claro que estaba por estar y cuando me di cuenta ella ya no estaba ahí. No sabe lo que se pierde. Yo he salido ganando al perder: Por lo menos he perdido un poco de timidez.
El concierto de Serpentina fue alucinante: Me sentí como un niño al que le contaban un cuento en forma de canción. Cuando el concierto acabó entré en un terrible shock: el de la vuelta a la realidad. Tenía dos opciones: O irme con la cabeza baja o bailar con la cabeza baja.
El concierto de Serpentina fue alucinante: Me sentí como un niño al que le contaban un cuento en forma de canción. Al acabar, en un instante de duda pensé en irme sin mirar atrás; pero sabía que esa noche, que ya había desafiado al pánico a lo desconocido, tenía que hacer por lo menos un intento más.
El concierto de Serpentina fue alucinante: Me sentí como un niño al que le contaban un cuento en forma de canción. Tenía que aprovechar el creschendo que llevaba la noche para atreverme a realizar un segundo asalto en el que ganar una amistad. Bailaba con decisión y miraba a las chicas sin apartar la mirada. Aunque pierda su respuesta, voy a ganar.
Hacer trizas los recuerdos, y volver a empezar... Y encontré a una chica en un grupo sencillamente guay (¡y en él estaba la cantante de Serpentina!). Su mirada era preciosa e inspiraba algo que casi nunca nadie sabe inspirar: sinceridad y bondad. Tras cerciorarme varias veces de que la mirada seguía ahí por mucho tiempo que pasase (Un momento, ¿Me estaba mirando también ella a mi?) decidí hacer algo, fuese como fuese. El tiempo no paraba de pasar y sabía que mucho tiempo no aguantarían y se acabarían por marchar. Diría que estaba nervioso, pero simplemente fue así: me acerqué al grupo, la miré a los ojos, y la saludé.
¿Dónde estás, querido miedo? | ¿Te olvidaste ya de mí? | Esta noche cuando apague el cielo | Me verás salir | Disfrazado de payaso | Con los ojos de cristal | Media cara con engrudo blanco | La otra oscuridad | Y ahora soy yo quien te hace recordar, quien no pide perdón | Dónde estás, querido miedo | No me quieres saludar | Esta tarde cuando cambie el viento | Me verás entrar | Planeando en tu azotea | Con sonrisa de arlequín | Clavaré mis ojos en tu mente | No podrás dormir | Y ahora eres tú quien llora en un rincón, quien me pide perdón
Ya tenía planeado escribir sobre un beso cuando vi en el Facebook de Marina (ésta vez la de verdad, no una fruto de mi imaginación), como imagen de perfil, este precioso cuadro de Francesco Hayez.
Una megafonía en mi subconsciente lleva un par de semanas radiando un fragmento de una canción de Sabina en modo bucle. "Si pudiéramos amar como animales", dice, si volasen los dragones. Y lo que me evoca, el producto de la transmutación de lo semántico a lo conceptual y de lo conceptual a lo tangible (al menos mentalmente); es a una pareja encerrada en unos mal llevados 5 metros cuadrados, atrapados ante la lluvia y el calor al mismo tiempo. Con ella debajo, desaliñada y con el pelo empapado en su propio sudor se inicia el ritual concreto de esa fracción de sexo a la que llaman beso:
Ella se está dejando dominar. Desvanecida de su propia consciencia y sin embargo más consciente que nunca de si misma, se deja recorrer la espalda como si después de exhalar se fuese a caer contra la almohada y a no levantarse nunca más. Él la roza de abajo a arriba por la espalda como si al tratarla con delicadeza fuese capaz de abrirla de punta a punta hasta reintegrarse al fin con cálido útero que le obligaron a abandonar.
Y al final, cuando ambos han subrayado una vez más todas estas sensaciones como objetivo y motivo único de toda su existencia, se tienen frente a frente, demasiado cerca, con las manos muy pegadas al rostro del otro arqueadas como si hubiesen atrapado una libélula sobre el filtro labial. Y, no es nada nuevo, se van a besar.
Yo no sé en qué se diferencia ese gesto de llorar. Llorar con alguien, eso sí.
Tenemos dos animales muy pegados que en cuanto se descuidan y empiezan a pensar en la vida con un mínimo de seriedad no pueden evitar sentir un pánico que no saben cómo disimular. Y se les ve toda la jugada, ambos destruidos y claudicando ante el otro, a ver si cumplen el pacto de no agresión y el instinto se los lleva fuera de toda lógica sin más.
Me estremeció el cuadro de Hayez. De todas formas, cuando trato de mirar la escena desde la primera persona, aunque el texto sea el mismo, siento que acabo condenado a otro beso muy distinto. El de Magritte.
Abrígate para pasear. Las noches son para descansar. La pinza que se viene y se va. La ropa que se echa a volar.
Párate un poco a pensar. Reconcíliate con la humanidad. Tómate lo que hay en el cajón. Reza y se ternero sobre Dios.
Atiende a quien te dijo una vez. Por la noche hay que descansar. No busques más en internet. Lo que tienes es ansiedad.
Son las ofertas de El Corte Inglés las que te hacen levitar. No busques en internet, lo que tienes es ansiedad.
No me siento mal. Mis ánimos se pueden definir perfectamente con esta concisa frase: No me siento mal.
La decrepitud que la lluvia trae consigo, la muerte, la apatía, el odio, el desinterés, el orgullo, el miedo, la inseguridad, la impotencia, la rabia y todos los malos que cada día nos pueden atacar por la espalda están presentes en este 3 de Mayo, y yo no me siento mal. Tampoco me siento bien pero desde luego no me siento mal.
El día comenzó de noche cuando a las 3 de la madrugada sobre Valencia cayó una cifra record de truenos. Yo me enteré pero en cambio, en mis sueños, la historia que mi inconsciente tenía entre manos hablaba de una lluvia de bolas de fuego. No es la primera vez que observo por la ventana como la naturaleza se pone de videojuego. Y ésta vez en lugar de ponerme existencialista y arrepentirme y angustiarme por el tiempo que perdemos cada día, simplemente disfruto del apocalipsis hasta que escapo a un nuevo escenario donde unos alienígenas someten a la humanidad y toman la ciudad. No me parece mal.
"No sé a dónde vamos a ir a parar si creen que lo más importante de follar es lo que se hace con la polla". No es que haya amanecido destructivo. Este es más bien un pensamiento de hastío existencial. Por algún motivo la cabeza se me va a pensamientos hediondos (sin llegar a ser húmedo el tacto) sobre pelos bajo unas bragas (de dueña sin determinar) y del calor visceralmente sensual que debería ansiar en esta exploración lo único que queda es la certeza de que afuera hace mucho frío y ahí dentro por lo menos no se está mal.
Nada de lo que se diga va a cambiar mi desconfianza y a hacerme controlar el miedo que tengo. Creo que ahora no tengo pretensión alguna porque creo que ni sumando a todas las personas del mundo llego a conocer a media. Incluyéndome a mi mismo. Y esto no me parece un problema: no creo que las cosas vayan mal.
Desde aquel suceso, que en su momento no me hizo querer vomitar de dolor como otras cosas (como la ansiedad) si han hecho, a veces se me dislocan algunas neuronas y siento ráfagas de recuerdos que me anudan la garganta y me ponen al borde del llanto. No tiene nada que ver con la impotencia usual: esta angustia es lógica y natural. Aunque no pueda abrazar a nadie cuando me da uno de esos momentos, tampoco es algo que esté mal.
A mi alrededor hay algunos asteroides que se desmoronan y se quedan sin energía. Algunos están áridos y quebradizos, al borde de la volatilización. A veces esa mierda se te mete en los ojos y no te deja avanzar. Y aunque sea poca cosa hoy voy a quererte sin más. Al fin y al cabo no está mal, ¿no?