Yo hecha trizas, colgada en el tendal Y a ver si este calor me quita la humedad
Que por hoy ya estuvo bien...
Las debacles se acumulaban una tras otra pro cada día que había en la semana. Esperaba la llegada del fin de semana empapado en escepticismo: Iba a ir a un concierto en el que a nadie me iba a encontrar. Ya sabéis, las vacaciones atacan sólo para fastidiar. Tanto tiempo anhelándolas y luego sólo sirven para vaciar.
Creo que me siento viejo, no por irme cansando según pasa los días, si no por repetir esos mismos pensamientos cada semana. Supongo que por eso quería ir al concierto del Sábado, para desquitarme de mi. Bueno, supongo que eso es lo que quiere todo el mundo.
Las ocasiones así se cuentan con cuentagotas. ¡Un grupo Elefant! Ese concierto no podía perdérmelo. Ese fin de semana me iba a devorar y creo que ese concierto es lo único que me podía salvar. Yo no quería ni pensar en perdérmelo, las canciones de Serpentina iban a ser todas para mi.
Temía deprimirme como siempre que voy sólo a un concierto. Para acabar con la historia de nunca acabar, tenía que atropellar a mi timidez y acabé pisando a una Erasmus con mi cuatro por cuatro. Fue un desastre. Creo que la maté con mi entusiasmo pop: Ella solo estaba allí por aburrimiento. Por lo menos me queda el consuelo de que me dió igual haber hecho el ridículo durante los pequeños fragmentos de conversación cuando ella se fue sin decir adiós.
No me jugaba nada estando allí. En el mejor de los casos ¡estaría viviendo uno de los mejores de los casos! y en cualquier otro caso por lo menos me sentiría bien conmigo mismo. Al menos si podía engañar a la soledad de camino a casa una vez más. Para tratar mi ansiedad con una falsa neutralidad, me lancé a atosigar a una Erasmus que andaba perdido sin otro plan para un sábado por la noche. Las cosas no fueron peor, se conformaron con ir mal. Se fue y no se despidió, pero la verdad, tampoco me importó.
Tenía que ser mi noche, porque las oportunidades están para que no se rían de ti. Avisté a la primera persona que vi que iba sola (Una Erasmus de a saber dónde) y traté de comentar al primer grupo: La Familia del Árbol. La pobre estaba claro que estaba por estar y cuando me di cuenta ella ya no estaba ahí. No sabe lo que se pierde. Yo he salido ganando al perder: Por lo menos he perdido un poco de timidez.
El concierto de Serpentina fue alucinante: Me sentí como un niño al que le contaban un cuento en forma de canción. Cuando el concierto acabó entré en un terrible shock: el de la vuelta a la realidad. Tenía dos opciones: O irme con la cabeza baja o bailar con la cabeza baja.
El concierto de Serpentina fue alucinante: Me sentí como un niño al que le contaban un cuento en forma de canción. Al acabar, en un instante de duda pensé en irme sin mirar atrás; pero sabía que esa noche, que ya había desafiado al pánico a lo desconocido, tenía que hacer por lo menos un intento más.
El concierto de Serpentina fue alucinante: Me sentí como un niño al que le contaban un cuento en forma de canción. Tenía que aprovechar el creschendo que llevaba la noche para atreverme a realizar un segundo asalto en el que ganar una amistad. Bailaba con decisión y miraba a las chicas sin apartar la mirada. Aunque pierda su respuesta, voy a ganar.
Hacer trizas los recuerdos, y volver a empezar... Y encontré a una chica en un grupo sencillamente guay (¡y en él estaba la cantante de Serpentina!). Su mirada era preciosa e inspiraba algo que casi nunca nadie sabe inspirar: sinceridad y bondad. Tras cerciorarme varias veces de que la mirada seguía ahí por mucho tiempo que pasase (Un momento, ¿Me estaba mirando también ella a mi?) decidí hacer algo, fuese como fuese. El tiempo no paraba de pasar y sabía que mucho tiempo no aguantarían y se acabarían por marchar. Diría que estaba nervioso, pero simplemente fue así: me acerqué al grupo, la miré a los ojos, y la saludé.
¿Dónde estás, querido miedo? | ¿Te olvidaste ya de mí? | Esta noche cuando apague el cielo | Me verás salir | Disfrazado de payaso | Con los ojos de cristal | Media cara con engrudo blanco | La otra oscuridad | Y ahora soy yo quien te hace recordar, quien no pide perdón | Dónde estás, querido miedo | No me quieres saludar | Esta tarde cuando cambie el viento | Me verás entrar | Planeando en tu azotea | Con sonrisa de arlequín | Clavaré mis ojos en tu mente | No podrás dormir | Y ahora eres tú quien llora en un rincón, quien me pide perdón
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