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Mostrando entradas de marzo, 2020

11.06.01 - Del oso de Midsommar [Nudozurdo - Úrsula Hay Nieve En Casa]


Estoy cansado de conocerte mejor que tú misma. Sé que ahora ha pasado ya un tiempo y debes de ser una persona diferente, pero se que de quién estoy hablando es del fantasma que aún habita en mí. Cuyas hiedras van a seguir incrustadas en mi toda mi vida. Y tengo que lidiar con ello de alguna manera.

Entiendo el Midsommar. Hace ya mucho tiempo que comprendo las razones que te llevaron a hacer todo lo que hiciste. Puedo empatizar y hasta celebrar tus decisiones como no pude en su momento. Pero ya no sirve de nada. Y así no voy a recuperarme. Porque me quemaste vivo. Y no lo merecía. No lo merecía en absoluto. Fue tanto o más culpa de tu propia negligencia que de ningún mal hacer. Te dí todas las llaves que tenía, y no usaste ninguna. Me hiciste Gris y me calcinaste sin tan siquiera intentar salvarme como yo había hecho contigo muchas veces antes. Y ninguno de los dos merecemos estar con alguien que no haga lo mismo por el otro. Qué menos.

Las heridas del fuego queman la piel de manera irreversible. No se cierran como las de un tajo. Pero una vez cubiertas te dejan moverte, aunque nunca pare de escocer. Y también puedo pensar con claridad. Claridad suficiente para no responsabilizarte de nada. Saldré del cadáver del oso con la misma determinación con la que me zambullí en tu oscuridad. Nunca tan profundo. Nunca tan estéril. Pero nunca tan poderoso y tan bien rodeado.

Conversación que tuve conmigo mismo mientras me zampaba una ensalada de pasta de las mías.


¿Por qué hay que conformarse con tan poco? ¿Para qué tener la capacidad de imaginar mucho más allá de las fronteras físicas de nuestro cuerpo y nuestro tiempo?
¿Te parece poco? ¿Existir y estar vivo?
Sabe a poco.
Pero es como un superpoder. El superpoder de existir y hacer cosas tangibles.
Cosas tangibles… ¡eso es tan S!. Yo no quiero hacer cosas, yo quiero trascender. Si tengo algún superpoder, ese será acaso la depresión. La depresión de estar existiendo bajo una decepción constante.
¿Y qué pasa con los otros sentimientos?
Pues precisamente. Todos los sentimientos proceden esencialmente de las recompensas que decide reportarnos nuestro cerebro. No somos libres.
¿Te parece poco ese libre albedrío?
¡Claro que sí! Todo lo bueno sigue siendo S. A mi libre albedrío no le queda más poder que luchar contra la mediocridad de las sensaciones intrascendentes. Es bastante triste que el summum (y encima agotable) ante tanta agonía existencialista sean los orgasmos. No podemos trascender más allá de un orgasmo.
Claro que se puede.
No, no se puede. Porque la calma, la tranquilidad, el nirvana o la ataraxia son formas de estar menos vivo. Porque la vida es conflicto. La vida es buscar esa recompensa. Y de eso se aprovecha hasta el sistema. El capitalismo no es más que una trampa diseñada por los S que nos oprime a la minoría N. A todos los que solo deseamos soñar y conectar un poquito más.
Pero admite que soñar no es nada productivo. Un sistema basado en los sueños es sencillamente insostenible.
Pero no quiero creerlo. No puedo conformarme con no ir simplemente un paso más allá. Quiero seguir buscando la trascendencia, pero no a través de la calma, si no a través de la emoción. Quiero vivir.

11.05.08 - La chica del fondo del pozo [VVV (Trippin'you) - Invierno Nuclear]


Involucrada siempre en las extrañas experiencias entre el vértigo y el desconcierto, la chica del fondo del pozo no se encuentra en medio de ninguna caída. Ella es el fondo del mismo. El pozo es su estado existencial. Las paredes son su piel. Las humedades son espirituales. Se trata de un pozo profundo, húmedo e invertido; que exhibe sus musgos por allá donde camina.

La chica del fondo del pozo ha abierto el cuerpo antes que la mente; porque tras varias décadas aún no sabe como abrirse con palabras. Pero de vez en cuando puedo hacerlo a través de otras expresiones y sentimientos: sabe dibujar con el carboncillo de su propias piedras y pintar con los tintes extraídos de sus malas hierbas.

El fondo oscuro hace a la vez de sol y de corazón. Sufre algún eclipse de ansiedad que detiene el crecimiento de las cosas bellas, pero con el cuerpo abierto al menos sacia a la oscuridad a través de una sensación parecida a la tranquilidad, como la de un porro o un orgasmo. El fondo solo se disipa cuando la realidad y la mente desaparecen. Y entonces se revelan los montones de flores secas. De las rosas pálidas y los lirios exhaustos. De la brisa de las montañas. Los recuerdos que ha ido almacenando durante años. Y que siempre estarán ahí. Porque todo lo bueno que cae al pozo, la chica lo exhibe para siempre.