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Mostrando entradas de marzo, 2019

10.04.04 - La Toxinormatividad [Dorian - Paraísos Artificiales]


Hace 9 años que viajé solo a Madrid para ver a Lacrosse en el Círculo de Bellas Artes. Fué un concierto antológico para mi propia vida porque era de los pocos conciertos a los que iba con las letras aprendidas y además me permití cantar y bailar en primera fila. La Casa Azul era demasiado doloroso para mi y Astrud los había visto sentado en un auditorio. Lacrosse, en cambio, fueron perfectos salvo por un detalle: estaba totalmente solo.

Me puse en primera fila y grité y hasta hice el ridículo cuando el cantante apuntó al público con el micro. Durante ese concierto lo dí casi todo por primera vez. La gente debió darse cuenta de mi soledad porque, contra todo pronóstico (y como había sucedido en la otra decena de conciertos a los que había ido solo), un grupo se acercó a hablarme y me invitó a tomar algo. Yo acepté superando mi fobia social porque tenía que mantenerme en pie hasta las 6 de la mañana que salía mi vuelo de vuelta a Valencia (era la época de cuando Ryanair creía que podría competir con el AVE a precios irrisorios). Lo que llegó después fue la ansiedad social de siempre:

“¿De dónde eres?” “¿Y te has venido tú solo?” “¿No bebes?” “¿No sueles salir?” “Qué raro todo”. Sigh. Yo no he pedido este ostracismo. Yo solo quiero hablar de cosas importantes: del futuro, de la angustia, de la injusticia, de la buen música, de lo que afecta al corazón y hasta nuestra propia existencia e identidad. Y para todo lo demás, dame absurdo y dadaísmo. No, no me motiva siquiera hablar del tema sexual. Tampoco me drogo. No sé qué queréis que haga si no me hacen sentir nada vuestra alosexualidad y tanta toxinormativdad. Ya, puedo percibir perfectamente vuestra decepción.

Para colmo, no me gusta llegar tarde, cuando la conversación ya ha empezado. Me siento en seguida fuera de lugar. No soporto ser parte del público y que se me enfoque luego con un foco como si tuviera algo que decir. Yo solo sé conocer a la gente de toda la vida o no conocerla en absoluto. Me interesa vuestra vida y quiero que me miréis a los ojos cuando me la contéis, pero no esperéis nada mejor que una pared. Yo me aíslo enseguida hasta en el club de fans de John Boy. El Outsider de los Outsider tocando Creep en el Guitar Hero. Ni esa canción ni yo deberíamos estar ahí. Pero a su vez… doy las gracias por estarlo.

Lo siento por estar tan fuera de lugar. Me gusta sentirme en dos contextos distintos. Mi cabeza está en mis sueños y mi cuerpo está con vosotros. Pero tampoco me gusta que me digan qué tengo que hacer. A veces me gusta hacer favores por otros, pero no tengo tanto amor propio como para ceder ante el hedonismo instantáneo.

Y en el fondo os envidio tanto. Yo también quiero veros amanecer. Yo también quiero estar presente durante la tormenta de arena. Yo también quiero ser fan de Dorian.

Pero al final he asociado todo el Maindiestream y la noche a la soledad y a un rechazo que ya está muy por encima de mi umbral del dolor. Ya no puedo soportar tanta soledad. Tan solo quería emocionarme y volar con vosotros pero sin tener que adaptarme a esa toxinormatividad. No me importa lo que hagáis, solo quiero ser capaz de sentirme presente sin tener que hacerlo yo también. Pero la sociedad oprime al diferente, incluso sin querer y entre las mejores personas. Lo siento mucho. Tardaré casi una década en volver.

10.04.03 - Carne de conducir [La casa azul - Nadie Nunca Pudo Volar]


Tenía que probar la ultravelocidad. Es lo que siempre había querido hacer desde me que saqué el carnet. Llevaba más de dieciséis años coleccionando retrasos por no haber sido nunca un buen piloto. Pero ahora me había tocado una nave espacial de última generación y creía que era el momento de dejarse llevar. Invité a todo el mundo a un crucero en el que pensaba que nada podría salir mal. Cuanto lo lamento.

Me puse al mando de la nave con ansias de probar mi destreza, pero pronto todo empezó a salir mal: debido a un error de traducción, lo que tenía en posesión no era un carnet de conducir, si no carne que debía de conducir. En todos estos años, no me había dado cuenta de ese absurdo error porque nunca se me había ocurrido ir más allá de la traducción literal. Y yo, que soy casi carnifóbico, no tenía manera de afrontar tanta aventura desde mi demisexualidad. En "lo que no cura mata", Klaus&Kinski dicen que "para comer hay que morder". Pero yo no quería morder. Yo no había pedido carne. Se trataba todo de un error. Debería haber sabido que hace falta algo más que una nave y un carnet para una travesía tan arriesgada.

Cuando se desveló el error de traducción, ya había perdido el rumbo de la nave. Creía que estaba siendo valiente o poliamoroso, pero en realidad desde aquel momento me siento negligente. No me servía decir que cada uno hablábamos un lenguaje distinto. Yo no soy así. Es mi culpa. Por mi culpa.

En cuanto hubo un problema y saltó la alarma, los tergiversadores que confunden morder con dormir salieron huyendo. Aproveché la ocasión para hacer limpieza, y lancé al espacio a todos aquellos que confunden aceleración y velocidad. Poco a poco me fui deshaciendo de mis errores léxicos. Quería quedarme solo con las palabras más simples y puras de mi idioma nativo para evitar volver a caer en ese error. Pero había una palabra que seguía conmigo hiciese lo que hiciese: la ultravelocidad.

Si había sucedido todo aquello, si me había sacado el carnet yhabía ganado un concurso; no había sido una casualidad. Era porque yo siempre había perseguido y anhelado esa ultravelocidad. Quería asumir la culpa por haberle dicho que no al cortisol y que sí a la noradrenalina, pero de nada me serviría repudiar la carne si no consigo repudiar también la velocidad. Y ambas palabras están arraigadas en mi ser. Tengo tanta aversión a la carne como amor a la ultravelocidad. No hay nada que hacer con la nave o el carnet: el problema soy yo.

Un capitán se supone que no debe abandonar a su tripulación, pero no me veo ya capacitado para llevar la nave de vuelta a puerto. Me estaría engañando. Mi destino es volar por el espacio, mas allá de la barrera del sonido, acercándome a la velocidad de la causalidad, para ir más allá del horizonte del sucesos. Si me lanzaré al vacío a través de una exclusa o nos estrellaré a todos los que aún estamos a bordo, es algo que aún está por ver.

Tal vez eso no dependa solo de mí.

10.04.02 - La playa [La Casa Azul - El final del amor eterno]




¿Has sentido alguna vez que eres la playa y que alguien está excavando un hoyo en tus tripas? El sonido tan característico de la pala clavándose en la arena es tu alma desintegrándose. Que ataquen al origen de tu consciencia es una declaración de guerra totalmente explícita. "No mereces vivir" es lo que te están diciendo. Hay muchos tipos de dolor existencial, pero esta ansiedad debe de ser la arma de autodestrucción suprema.

El presente es tan cómodo como lo sea el sofá sobre el que estemos sentados. Pero lo que importa de verdad es la playa que visitemos. De tu mano me siento del IMSERSO, en el mejor de los sentidos. Porque apuesto a 40 años que las playas y los atardeceres seguirán ahí, sin terroristas bombardeando nuestros castillos de arena. Un litoral que se baña en mar de la tranquilidad, donde la marea trae orgonitas y polvo sideral.

Últimamente no soy capaz de meter los pies en la arena desde el sofá. Si me estiro, siento que me caigo en el pozo que yo mismo he excavado. La marea tarda meses en taparlo con sedimentos, así que debe de ser por eso que aún no hago pie. Tiene que ser eso. Para vencer ese vértigo a veces me reclino hacia tu lado del sofá, esperando encontrarte. A veces encuentro ese alivio y otras solo soy un peso muerto de amor.

Cuando salgo a la calle pensando en esa playa voy buscando esas piedras preciosas. Quiero encontrarlas por mi mismo sin tener que recurrir a Sephora o AliExpress, pero nunca se me ha dado bien. Será cosa de la hipermetropía. Y mientras deambulo por las calles me pongo un disco de transición tras otro. Todos cuentan mi historia con puntos suspensivos. Y yo no quiero suspender. Si me detengo por algún tiempo es cuando aparece el agujero. Y ya esté en la calle o en el sofá, ya sea playa o viandante, mi propia oscuridad me hace entrar en un bucle.

Tal vez mi error es pretender ser la playa y el turista al mismo tiempo sabiendo que el responsable de cualquier agujero en el fondo solo soy yo. Te abrazo y se me pasa, pero solo cuando sabes abrazar. Yo pensaba que solo querías jubilarte, pero a veces no sé quién es el más abuelo de los dos. Todos tenemos derecho a cambiar de opinión, pero está claro que el que no haya playa solo nos hace llorar porque tampoco sabemos qué poner en su lugar. ¿Dónde he dicho que venden felicidad? Ah, que no. Las orgonitas no son la felicidad. Son el atrezzo para la playa. La playa somos nosotros.

10.04.01 - Superposición [Carolina Durante - Joder, No Sé]



Nadie entiende al gato de Schrödinger. Se acercan y le honran, pero no lo entienden. Pero yo sí. Porque lo he visto con mis propios ojos. Lo he vivido. Lo he experimentado. Lo he sentido. Me lo he encontrado vivo y muerto al mismo tiempo en varios universos paralelos. En uno está vivo. En otro está muerto. En el resto está en un estado que, bueno, digamos que no es muy agradable a la vista.

Cuando alguien tiene Future Vision (Copyright de Garnet y Rebecca Sugar) en realidad es un desdichado. Sabe todo lo que se pierde. Sufre por múltiples universos a la vez. "Perdona, lo siento, en otra realidad te acabo de pisar", dice. La gente lo mira raro: "¿De qué coño está hablando?". Sí, en otra realidad hay coños pero está muy ocupado lamentándose, por favor, no nos desviemos de la miseria.

La realidad se extiende como un árbol de mil ramas. Estamos en el tronco y al final de cada camino todo lo que hay son todo otoños. Otoños como sinónimo de ocaso, no en plan guay de marrones y naranjas. Aquí hemos venido a existir, ergo a sufrir.

Existir en superposición es, por tanto, sufrir todas las posibilidades que nos brinda la existencia. Todos los futuros empáticos son el combustible de nuestra ansiedad. Fomenta la hipocondría. Miedo a todo. Pánico a la existencia. La física cuántica no provoca una crisis existencial cualquiera, aquí han metido mano Rodrigo Rato y Lehman Brothers. Las acciones caen por todas las realidades. Aquí soy un imbécil, aquí un capullo, aquí un gilipollas, aquí un valiente, pero, eh, recordemos que eso también sale mal. ¿Quieres stress? Pues prueba una matriz de infinitas dimensiones que representa un campo cuántico de pura desesperación.

El gato de Schrödinger solo tiene que preocuparse de dos estados: vivir o morir. Yo tengo que preocuparme de vivir en múltiples realidades. ¡Yo te maldigo, Jean-Paul Sartre! La Mala Fé precede a la esencia también. Ojalá tú, Erwin Schrödinger y Werner Heisenberg me pudierais decir qué tengo que hacer. Pero no, vosotros explicáis la existencia y luego os váis de rositas. Vosotros sois los Lehman Brothers de la física y metafísica. Hijos de Inda. Traidores. Terroristas. Ojalá os muráis en todos y cada uno de esos universos superpuestos en mi cabeza. Ah, no, que estáis muertos en todos. Jajaja, aún puedo reír. Ese es nuestro superconsuelo para todas las superrealidades superposibles.