11.05.05 - Helado de pistacho [Daniel Avery - Fever Dream]


Creo que lo que pasa es que esta gente folla la piel y emana sensaciones sin atravesarse los órganos. Son harakiris asépticos: caos repentino y de un color carmín demasiado plástico y tangible, como la sangre falsa de las películas de Tarantino. Se excitan esquivando las alambradas (yonkis de la adrenalina), y viven de espaldas a la oxitocina. Supongo que es la ansiedad y el PAS lo que nos hace ultranarcisistas.

Yo me temo que tengo una tormenta que me ancla las extremidades a un hormigueo continuo. La gente se devora deseando ser jamón ibérico, y yo solo consigo soñar que esnifo las raíces del cabello con las manos impregnadas de helado de pistacho. Mi excusa es decir que prefiero comulgar con la tierra más que con la carne porque me atraen más las capas geológicas y el temblor añejo que las barreras impermeables. Y para colmo, a mi me sale abrazar a las personas antes que partirlas por la mitad; porque me gusta resquebrajar el cráneo antes de derretir la turbulencia. Y claro, todo esto suena a la enésima queja contra lo absurdo de la existencia. Pero yo no sé mirar al suelo de otra manera.

La única ventaja que me veo como ácrata de la consciencia es que no me importaría hundir tu cuerpo contra el ataúd de los abuelos y derramar por tu vientre las cenizas de la culpa sin emitir juicio moral alguno. Solo así, con las manos en la tierra y la cara en la vergüenza podría sorber de tu sudor la fuerza necesaria para crearnos uno de esos estremecimientos rompevértebras. Y para curar mi desprecio al cuerpo me bebería las lágrimas de la belleza impúdica que derramas cuando sonríes. Y saborear de ellas esa penitencia deforme hecha de empatía. Con los ojos fuera de este mundo y las manos condenadas a saberse impunes. Ojalá pudiera comunicarme así con mis propios órganos, aunque tan solo fuera una sola vez.

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