11.08.05 - Juicio de la sangre [Jenny Hval - Conceptual Romance]


Tu mirada se asoma como un mártir a la orilla de su sacrificio. Rezas por la misericordia de los dioses que sientes que juzgarán tu muerte. Pero en realidad lo que estás haciendo es lanzar tus lamentos contra una idea destructiva de perfección. Quieres creer en la liberación que supone descartar tu cuerpo al pulverizarlo contra las rocas. Pero no existe ni un solo motivo por el que eso tenga que llegar a ocurrir. Y mientras tanto, seremos otros los que sufriremos la larga agonía de tu Midsommar. Aquí y ahora. Y será así todas y cada una de las veces. Mientras mantengas esa fe ciega en la significancia de las palabras. En la concretud de las cosas. En la teología de los juicios.

Creo que ambos deberíamos aprender a escuchar a los actos. A leer la realidad material de la sangre que otros ya han vertido sobre esas rocas. Y todo el sufrimiento y el dolor inventado alrededor de una idea. El castigo por nuestras ignominias y toda nuestra autoexigencia solo existe en nuestras cabezas. Si queremos una ración de corazón, tenemos que encontrar la verdad detrás de las huellas; y no seguir proyectando nuestros suicidios contra la paz y el equilibrio del mundo. Estaremos hechos de ansiedad, pero no nos define la inquietud y la incertidumbre. Somos seres de luz, el brillo de nuestras oscuridades.

Debemos aprender que una intención no es una promesa. La seguridad es el amor que arde en nuestras manos con una determinación que transgrede cualquier búsqueda de seguridad. Tenemos la dignidad nutrida por nuestra amabilidad. Yo nunca he dicho un “te quiero” que no signifique una ofrenda. Que no busque materializarse en al menos un abrazo. En el deseo de cuidar de tu bienestar incluso a través de los sueños. Toma mi mano. Abjura de tus rituales. Te lo suplico, por favor. La verdad siempre fluye y se comunica a través del calor de los cuerpos.

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