8.06.29 (099) - And then he kissed me

Asobi Seksu


De tanto frío que hace llego tarde a la filmoteca. Una capa tras otra de ropa no hace más que demorarme y cuando me doy cuenta ya no hay autobús que me lleve a tiempo. La consternación es moderada pero ahí está. ¿Y ahora qué?

Durante el instante de duda en el que no logro generar la fuerza para cubrirme con la cuarta capa de ropa y mientras los ojos se me van por la ventana; proyecto un paseo de los que salen bien. Al principio andaré congelado, frotando las piernas entre si al andar, subiéndome la bufanda hasta metérmela en los ojos, agarrando el iPod con los mitones como si la punta de los dedos fuesen un sacrificio necesario y dando saltos al andar como si el suelo fuese el cero absoluto y tocarlo fuese un atentado termodinámico.

Cuando llegue al centro aparecerá una zona en la palza de San Agustín donde la realidad esté sin renderizar con todos los pixeles al aire y teñidos de ese verde fosforito que se usa en televisión para reemplazarlo por una imágen distinta en el susodicho render. En esta alteración cuántica estará una de esas chicas que te miran a los ojos al hablar (y que si no lo hace será por pura vergüenza), igualmente congelada pero con una lista de próximos conciertos que la hace entrar en calor, con la capacidad de responder a cualquier pregunta con más de un monosílabo y sin novio, amante, compañero de la vida, amigo con derecho a roce, amor platónico, recuerdo perdido en guerra, herida insaturable, trauma infantil, horror contemporáneo, acosador legitimado, troll sobrecontextualizado, desenmascarado admirador secreto, accidente tolerable, un irritante colega venido a más, alegría infundada, obsesión reprimida, polvo gratuito, polvo de pago, una puta espina en el reverso del corazón, un recuerdo que ella misma repinta todas las noches, la sensación de seguir con los dedos dentro del coño desde la última paja, ídolo de masas, sueño erótico justificable, fálico guilty pleasure, instinto animal rebelde, crueldad andrógina, idealización extraterrestre ni irreductibles aspiraciones asexuales. No habrá absolutamente ningún freno (ni el buen gusto con los hombres) en su cabeza para que al hablar conmigo y caerle bien, las endorfinas y la serotonina le disparen el cerebro a un estado donde las ideas se desparraman por todas las posibilidades, ya sean sexuales o asesinas; pero posibilidades al fin y al cabo.

Y con ello pasará algo; algo nuevo, una novedad, una ilusión, un algo. Que no solo de música se puede alimentar un hombre.

Y ahora me voy a ponerme mi abrigo para que al menos Yuki Chikudate cante para mi.

And then I kissed her.

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