11.03.05 - Ego vainilla [Wednesday Campanella - Sen no Rikyu]


Esparzo hacia fuera las vulnerabilidades con un cuchillo de untar. Me hago tostadas de cataplasma; y mastico sin más principio que la inercia. Si me atraganto con mis propias sílabas, finjo creer que no está pasando nada. Luego ya barreré el suelo hasta que no quede rastro de ninguna otredad. Ya he desayunado.

Maldigo la construcción social de la fortaleza mental y anarquizo las expectativas bajo las que amparo otras expectativas más. Solo así se mantiene al núcleo inconsciente. Así socializa el ser antisocial. Masturbo mi voluntad a los designios de Tinder, pero me fuerzo el vómito con los dedos antes de acabar en Antena 3.

Bajo toda esta basura al contenedor de orgánico y tiro mi Ego al de envases. Rescato del contenedor de papel unas fotocopias sobre Inteligencia Emocional. Vendo mi alma al Dios del capitalismo y salgo a pasear. Leo “entrepreneur” 6 veces más a lo largo del día. Anhelo hacerme terrorista del Fitness y asesinar por accidente cardiovascular. Death Note Mindfulness. Atropellar turistas en un coche-bicicleta de seis plazas.

Regreso a casa dorado de sangre con espuma de foie. Rescato el envase de mi ego del contendor. Es yogurt de vainilla. En la tapa hay premio. He ganado el control total del Estado. Legalizo el terrorismo, solo para verlo convertido en moda por las multinacionales, viendo el tirón que tuvieron las influencers con estos nuevos juegos del hambre. Se legitimiza la violencia y se adhiere a los principios del libre mercado. La gente aterroriza mal, pero por lo menos aprovecha las ofertas.

Nacionalizo Mercadona y luego Danone. Revierto el cambio de nombre de Danonino a Petit-Suisse, pero los hago veganos. La gente vuelve su ira contra mí. Los observo, despótico, desde una de las atalayas de mi palacio mientras lamo la tapa del envase. “Es de plástico”, pienso, y ordeno que el envase también sea compostable, como los cadáveres de un pueblo tan borreguil como irascible. Se produce el genocidio más impersonal de la historia. No hay muertos, tan solo una drástica reducción de la demanda. Nadie que me pueda devolver un Like en Tinder.

Al final solo quedamos dos; yo y un empleado de Danone. “Soy francés”, confiesa tras leer la Wikipedia. “Nadie es perfecto”, le digo. Abandono a Billy Wilder y La Filmoteca.

Comentarios