7.02.03 (023) - Trigo

Ágætis Byrjun (Un buen comienzo)

Flotas en el Balcón del Movimiento y te rodea por ambos lados un extenso trigal. El viento mece los cereales con parsimoniosa suavidad, mientras que tú, agarrándote a la barandilla del balcón, lo sientes respirando en tu cara. Con el pelo volando y la falda bailando contra el viento cierras los ojos y dejas que el atardecer te queme mansamente las mejillas. Satisfecha, respiras profundamente y vuelves a tu camarote del vagón.

A pesar del viaje decidís salir esa noche, porque esas calles adoquinadas, esas farolas negras encorbabas brotando de las paredes, esas luces de feria de verano, te estaban llamando a gritos y no podías silenciarlas ni un segundo más. Vais juntas a un sitio del que habeis oído hablar, muy cerca del albergue, un lugar de trotamundos, de aventureros como los que ya no hay, de tiempos pasados, de reminiscencias de una batalla que aún se libra aunque ya perezca olvidada. En la era de la apatía en ese lugar se respira libertad como hace ya casi 40 años que no se respira en ninguna parte, porque estando allí te das cuenta que todo el mundo ha cambiado, todo menos ese local. Hasta su música suena distinta, los guitarristas parecen bailar tango sobre las cuerdas y claquet sobre la madera, los tambores parecen ser unas camas elásticas que hacen saltar al mundo con cada golpeo. La voz cascada del alegre hermitaño, la dulce voz de la joven que está realizando el viaje de su vida, el dueto que aquel tipo con sombrero cantó a contraluz se te graban en los oídos como cuando tu canción favorita hace chisporrotear tu mp3 de placer. Preo aquí no existe ningun material anómalo de por medio, el aire, el ambiente y la determinación de todos los presentes te atraviesa la piel, respiras por la piel cuando hinchas el pecho. Se acerca la gente a hablar contigo y tu no sabes como definir la amalgama de sonrisas entre "disfrutar" y "alucinar".

El pintor del cuarto taburete os ha invitado a retrataros bajo la luna, a que seais una entre los tejados, recién salidas de una ducha emocional usando el inofensivo humo de las chimeneas como cortinas de ducha. Te gusta observar como cruje las manos al hacer girar su pincel entre su índice y el corazón y luego entre el índice y el pulgar, no puedes evitar estremecerte cuando los nudillos se le afilan, como los grandes puertos de los Alpes en el horizonte, cuando parece que va a asestar el golpe definitivo a vuestro retrato, pero en realidad traza una corta y tenue línea para ir cambiando a un color más apropiado el tono de tus mejillas. El sudor que le resbala por la frente le pega algunos cabellos a esta y a una de sus cejas mientras que el resto cae sobre su ojo, un ojo a ratos perdidos en la obra y a otros directamente en tu corazón. Te agarras la falda y cruzas las piernas, y cuando la buscas a ella con la mirada te das cuenta de que lleva un rato hablando con álguien en la azotea de al lado, y lo que ahora es pintado es el vivo retrato de tu nerviosismo, has sido movimiento, música, espectadora de cuentos de libertad y ahora eres un cuadro en una oscura noche europea.

Tu mirada está totalmente perdida en el cosmos cuando tus labios tiemblan mientras los traza. Tú quieres salir mirando frente a frente al destinto, al Tiempo, a las Estrellas o al universo, él, simplemente, te besa.

A la mañana siguiente duermes sobre el vagón del tren abrazando un liezo enrollado contra tu cuerpo, con el sol calentándote la cintura y las piernas, navegando en una lancha motora sobre otro basto trigal.

Heysátan (Montón de heno)


Para Postal.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
FELICES FIESTAS!!!!!!!!!!!