7.02.05 (025) - Arco

Ára bátur (Barca de remos)

Llevan siglos hablando de ella, siglos, y aún no se han dado cuenta. Cuando atravesó con su caballo a todos los que allí estaban, esquivándoles sin rozarles, con su pelo de casi metro y medio de largo moviendo el aire en torno a sus cascos, nadie sospechaba que era a quién habían estado esperando, a quién tantos rezos, plegarias y ofrendas habían ofrecido. Algunos hasta pensaron que se trataba de una loca q ue se había perdido o que buscaba a su amante que había partido sin avisar hacia la batalla.

Cuando llegó junto a él recogió el final de su cabello con ambos brazos y lo abrazó contra su regazo mientras se disponía a oirle hablar atentamente. Él, tranquilizado al verla a su lado, aunque temeroso de que algo de lo que fuese a pasar fuese peligroso, comenzó el discurso como siempre: abrió la tierra en dos, hizo brotar un par de boababs cerca de él y abrió un rayo de luz desde la tierra al cielo. Luego apuntó con su espada al raya e hizo el ángulo necesario para que este se desviase hasta las negras piedras de la fortaleza. Pronto, todas las nubes descendieron velozmente por el cielo, congelando y llenando de escarcha la poca hierba que había por el suelo, y al chocar con la primera de las murallas, estas se deshicieron como si estuviesen hechas de galletas de hielo. No hubo necesidad de gritar, pronto todos salieron al ataque.

Los primeros escudos mágicos repelieron a los más kamikazes, mientras que los que por el contrario eran demasiado cobardes, veían como un ataud de tierra les engullía por quedarse quietos en aquel suelo maldito. El exceso de entusiasmo o la falta de valor eran castigados por el ejercito enemigo con demasiada facilidad. Los poderosos hechizeros de la torre Este no tenían piedad de ningún gerrero, pero ella, ella avanzaba con paso lento y firme, ataviada por su precioso vestido blanco, arullando su pelo todavía contra tu regazo, hasta que su negro color empezó a resplandecer en medio del día, hasta que se hizo de noche en apenas un instante, como si el sol hubiese estallado sin avisar y solo hubiese quedado la luna en su lugar. Entonces lo dejó caer hacia su espalda, y este volvió a extenderse por la incercia, como cuando cabalgaba sobre aquel caballo, y las estrellas comenzaron a descender del cielo hasta él. Ella empezó a conjurar su canción milenaria mientras seguía andando hacia la fortaleza.

Su cabello, las estrellas y las piedras bajo sus pies descalzos empezaron a brillar hasta que el conjuro acabó tranformando toda aquella matería en un arco plateado gigante, con un hilo tan tenso que podría cortar el tronco de cualquier árbol solo con atravesarlo volando, y con un arco tan robusto como cualquier piedra de un mineral muy denso. La flecha que creó poseía propiedades que solo se podrían encontrar en cuerpos celestes de otras galaxias, y en ese momento solo tuvo que respirar fuertemente, adpotar la postura de un arquero, y este se adaptó a su cuerpo sin más. Los brujos enemigos lo veían venir, y no les costó trazar una barrera que cubriese toda la torre. Creían que sabían lo que iba a pasar.

La torre Este estaba envuelta en aquella burbuja negra que era imposible de transpasar con casi cualquier magia del planeta, pero entonces ella, en vez de soltar la flecha con su mano derecha, dejó de agarrar el arco con su mano izquierda y este salió disparado como una jabalina, adquiriendo una forma alargada y atravesando el aire a gran velocidad. El arco impactó contra la barrera, de lleno, justo en lo alto de la torre, donde estaban todos los hechizeros, y produjo un gran estello blanco. La búrbuja de oscuridad tembló y desprendió una energía tal que tiró al suelo a todos los que combatían cerca de las murallas, pero ella a penas lo sintió como una débil ráfaga de aire. Luego, aprovechando la confusión, y aún con la postura de sujetar la flecha, llevo su mano hacia sus labios, y sopló entre su dedo índice y el pulgar. Ziup. La flecha salió disparada hacia la base de la torre mientras el destello de la explosión del arco con la burbuja oscura se disipaba. Cuando los hechiceros quisieron darse cuenta, ya era demasiado tarde, la flecha brillaba cada vez más y acabo impactando contra la base de la torre Este. La implosión convirtió al instante la base de la torre en polvo y esta se colapsó sobre si misma, y mientras se derrumbaba, también lo hacían las defensas del castillo. De nuevo, en pocos segundos, la oscuridad de la noche desapareció convergiendo en sus cabellos, que aún volaban sobre el suelo, y cuando de nuevo amaneció volvió a abrazar su pelo contra su vientre.

Era ella, a la que tanto habían estado esperando, la mujer que había acabado con la Guerra de los Tres Siglos en solo tres minutos. Ella giró su cabelza, le miró, cerró los ojos, sonrió y desapareció.

Olsen olsen


Para Luthien Haruhi.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
me gusta la idea de estos textos :) es muy bonito, por cierto, me has deseado feliz 2003!!!
Luthien Eär ha dicho que…
Gracias ^^ Felices fiestas y próspero año 2009