8.05.06 (052) - Por las tardes
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Déjate querer. Por un amor distinto, naif y distinguido.
El típico atípico atardecer en la playa, con el viento meciéndonos y el calor de nuestros cuerpos en el costado. Una sesión de cine con palomitas kamikazes en la misión de resecar nuestros labios, y yo sin dejar a los tuyos los venzan. Un paseo por la Fnac, comprando sin comprar, fingiendo interés en pretenciosas novelas y con la cabeza hecha una maraña de nervios porque al pasarte un libro te he tocado en el brazo. Y un paseo de día hasta las estrellas, tiñiendo el cielo azul como deseemos; y hasta atravesando el techo si ni en un parque estamos; respirando el mundo, como es La Buena Vida.
Recuerdo tener los ojos pegados a mi almohada y poder percibir las pelusas de la manta, borrosas y translúcidas. El color de la mañana.
Y de las tardes y de las noches
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