Recuerdo que al llegar ni me miraste, sólo fui una más de cientos y, sin embargo, fueron tuyos los primeros voleteos.
Cómo no pude darme cuenta que hay ascensores prohibidos, que hay pecados compartidos, y que tú estabas tan cerca.
Me disfrazo de ti. Te disfrazas de mí. Y jugamos a ser humanos en esta habitación gris.
Muerdo el agua por ti. Te deslizas por mí. Y jugamos a ser dos gatos que no se quieren dormir.
Mis anclajes no pararon tus instintos, ni los tuyos, mis quejidos. Y dejo correr mis tuercas y que hormigas me retuerzan.
Quiero que no dejes de estrujarme sin que yo te diga nada. Que tus yemas sean legañas enganchadas a mis vértices.
Me disfrazo de ti…
No sé que acabó sucediendo, sólo sentí dentro dardos. Nuestra incómoda postura se dilató en el espacio
Se me hunde el dolor en el costado, se me nublan los recodos, tengo sed y estoy tragando, no quiero no estar a tu lado.
Me disfrazo de ti…
Me moriré de ganas de decirte que te voy a echar de menos… Y las palabras se me apartan, me vacían las entrañas
Finjo que no sé, y que no has sabido. Finjo que no me gusta estar contigo… Pero al perderme entre mis dedos te recuerdo sin esfuerzo
Me moriré de ganas de decirte que te voy a echar de menos.
Es un juego. Dos reglas: no te lo tomes demasiado en serio y nunca digas toda la verdad. Hay que complicarlo más a posta, porque así mola más. Porque así duele menos.
La paciencia es el dolor al que somos mas afínes nosotros. Vosotras es la libertad lo que guardáis con mayor recelo. No hay absolutamente ningún problema con eso. El conflicto llega cuando os miramos y decimos "¿podemos entendernos?". Y vosotras salís corriendo antes de tiempo. Y ésta vez no estaba escrita la ansiedad en mis ojos, ¿verdad? ¿Dónde la has leído?
No importa, es un juego. Hay millones de tableros en los que jugar. La vida es larga, y si los dos seguimos vivos... Admito que no creo que se me vayan a ir las ganas.
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